Cómo adaptar la crianza tomando en cuenta el temperamento de los niños

Probablemente hayas notado que niños de una misma familia son increíblemente distintos, mientras que unos se comportan de forma calmada otros pueden ser muy activos.

Estas diferencias se deben a que todos poseemos distintos tipos de temperamento.

¿Qué es el temperamento?, el temperamento se refiere a la manera cómo enfrentamos y reaccionamos ante los estímulos del ambiente.  La ciencia indica que entre el 20 y el 60 por ciento del temperamento está determinado por la genética y hasta podríamos decir que es nuestro “estilo” personal.

Este “estilo” personal innato de los niños en ocasiones es opuesto al de los adultos y es allí donde se evidencian los retos en la crianza. La poca compatibilidad entre adultos y niños puede afectar la relación, sin embargo, la capacidad de ajustar nuestros métodos de cuidado permitirá que los niños respondan mejor.  Esta capacidad, también conocida como “bondad de ajuste” pueden desarrollarla padres y cuidadores con respecto a las habilidades y temperamento del niño.

Los psicólogos Thomás & Chess identificaron 9 dimensiones del temperamento (nivel de actividad, regularidad, adaptabilidad, nivel de distracción, sensibilidad, perseverancia, intensidad, accesibilidad y carácter) y con estas, clasificaron tres tipos: fácil, de adaptación lenta y activo.

Las investigaciones indican que el 35% de los niños son una combinación de más de un temperamento.

  • Temperamento fácil (40%): tienen un estado de ánimo estable, se adaptan fácilmente a los cambios.
  • Temperamento activo (10%): son menos flexibles con los cambios en su rutina y se muestran temerosos al conocer gente nueva. Suelen ser muy sensibles.
  • Temperamento de adaptación lenta (15%): tardan en adaptarse, se retiran de las actividades que no les son familiares y muestran una baja intensidad en sus reacciones emocionales.

Conocer el temperamento de los niños te ayudará a ajustar las pautas educativas, por ende, considera las necesidades únicas del niño y esfuérzate por desarrollar la bondad de ajuste, es decir adapta las rutinas, y tus intervenciones a su temperamento.

Por ejemplo, si tu niño tiene un nivel de actividad alto, incorpora actividades físicas en la rutina diaria que puedan beneficiarle y luego puedes involucrarlo en otras actividades del hogar que requieran menor nivel de actividad.

La clave está en encontrar un balance en las rutinas pensando en todos, y aunque no hay una sola receta de cómo adaptarnos a cada situación, el tener presente las diferencias y mostrar un estilo de crianza afectuoso, pronosticará una mayor armonía en la relación y en el desarrollo del niño.

Jamie Mou,

Psicóloga infanto-juvenil
jamie@entornopositivo.com

Atención presencial y online

Instagram: @psicologa_jamiemou

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